Crónica del viaje: Y llega el momento decisivo

Así es, hemos llegado hasta aquí después de mucho trabajo y ahora es el momento de la decisión final. A 4000m tomamos la difícil decision. Tras pasar todo el día en la cabaña Solvay, por la noche nos reunimos en torno al infernillo y comentamos cómo nos encontramos y lo que queremos hacer al día siguiente. Es un momento tenso ya que aunque por dentro sabemos lo que va a ocurrir, no podemos exteriorizarlo y el resultado final es el que nos esperábamos. Hay mucho respeto a la montaña, e incluso mucho miedo; lo que queda no es fácil y tras una tarde intensa nevando, el panorama lo hace aún más complicado, de todas formas hay división de opiniones y por lo tanto la última decisión la tomaremos a la mañana siguiente, tras intentar dormir y colocar las situaciones en nuestra cabeza.
No es una noche fácil, aunque ya estamos descansados y hemos repuesto fuerzas, la noche no acompaña demasiado, sopla fuera de la cabaña un fuerte viento a lo que sumada la tensión de cada uno, hace difícil conciliar el sueño.
Vueltas y vueltas a la cabeza, viviendo futuras situaciones de todo tipo, y también pensando en lo vivido hasta llegar aquí.
Amanece y no podemos por más que levantarnos rápido para ir a ver el panorama.
Según las previsiones meteorológicas, hoy íbamos a tener un día estupendo para hacer cumbre, día despejado a lo largo de todo el día.
Así amaneció, despejado pero el viento no dejaba de soplar.
Mirábamos hacia la cumbre y vislumbrábamos cómo el viento lanzaba al vacío gran cantidad de nieve, y el movimiento en la arista, era idéntico. Hacia abajo, todo tranquilo, una luz resplandeciente, encendía todo el valle, y la parte italiana estaba de la misma forma, totalmente despejada.
Los primeros movimientos de los compañeros eran iguales, de ansia por saber el estado, por asomse a cotillear y de nuevo situarnos en nuestro sitio.
Al parecer algún saco que otro metió mucho más miedo a su dueño y por tanto tomó la decisión final y definitiva.
Eran tres contra uno, y a esos tres se los sumaba la falta de gas, un gran problema para derretir nieve y tener agua.
Tras la decisión final, estaba todo dicho y hecho hacia arriba. Nos marchábamos por donde habíamos llegado. Una lástima, tan cerquita, pero a la vez tan lejano, pero ya estaba decidido.
Hicimos las mochilas y pusimos pie a roca sobre las 8 de la mañana.
Volvemos a la teoría y lo estimado para bajar era de unas 3 - 4 hs en unos 13 rápeles. Nosotros para llevar la contraria y salirnos de todas las previsiones tardamos algo más, 12 hs, no está mal.
Muchas veces he oído en el ámbito de la montaña a través de crónicas, libros, revistas especializadas, relatos de montañeros en lo que comentaban lo mal que lo habían pasado, incluso algún que otro más duro, en los que no tenían fuerzas para continuar, imposible dar un paso, ... , y hasta que no te ocurre de cerca, no te das cuenta de lo que supone ésto.
Ver a un compañero, imposibilitado para dar un solo paso sin asegurar, un estado de nervios tal, que cualquier cosa supone un esfuerzo inhumano ... no se lo aconsejo a nadie.
A lo que sumamos el paso de las horas y mirar hacia abajo y ver lo que aún nos queda, no es muy gratificante.
Por fin lo conseguimos y llegamos al refugio Hörnley, respiramos, nos abrazamos y agradecemos el poder estar en tierra firme. El comer y beber es lo de menos, lo importante es que hemos pasado una dura prueba y que en equipo lo hemos logrado gracias al apoyo de todos.

Continuará...

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