Crónica del viaje: Comienza lo bueno


El título lo dice todo. Llegó el momento, lo anterior era una simple y mera aproximación por un camino a veces marcado y otras no, pero un camino al fin de al cabo.
Comenzaban a ponerse las cosas serias, y la concentración debería ser máxima de aquí al final del día.
La ruta desde Hörnli hasta Solvay, en horario normal veraniego suele llevar unas 3hs más o menos, y en la época que fuimos nosotros, quizás una hora más. Claro, lo peor es llevar un horario de llegada, por que las cosas pueden volverse de frente y regalarnos un día de lo más enrevesado.
Eso es lo que nos pasó a nosotros, tardamos 10 hs en subir, sí, 10, una barbaridad.
El día comenzó claro y radiante y todo presagiaba una excelente jornada de alpinismo de verdad.
Nos pusimos manos a la obra y a las 9 de la mañana ya estábamos trepando por las primeras rampas de acceso al Cervino.
Para comenzar ahí estaban las maromas que facilitan el acceso en la primera pared vertical, si no fueran por ellas, más del 80% de los conquistadores del Matterhorn, ni si quiera se aproximarían.
Hasta ahí, todo bien, una senda marcada nos hacía trepar entre las enriscadas y laberínticas paredes. En más de una ocasión nos equivocamos y tuvimos que hacer alguna que otra trepada extra, con pasos máximos de III+ o quizás algún cuartillo.
Las horas iban echándose encima y el tiempo avisaba del inminente cambio.
El Cervino comenzaba a taparse en su cima y los pequeños copos de nieve, aparecían sobre nuestros cuerpos.
Pasos por pequeños neveros, hacían más entretenida la ascensión. Nieve inestable y precaria, hacía que estuviéramos en alerta aún más, todos los sentidos. Las piedras también peligraban, muchos de los pasos que dábamos, enviaban al vacío algun que otro recuerdo rocoso y esa visión de las rocas estrellándose unas contra otras y desintegrándose, ponía los pelos de punta, aun así, nosostros seguíamos a lo que teníamos que hacer, tirar para arriba sin más dilación. A eso de laxs 15.00hs aún estábamos a 3.500m de altitud y por fin divisamos en la lejanía la cabaña Solvay, pero ¡puff! estaba lejísimos.
Los seguros que sostienen las maromas, estaban vacíos, ni una sola cuerda, ni un solo cable, nada de nada, al parecer no interesa que se desgase en época no empresarial, y los guías o quienes sean los artífices de ésta gran idea, las retirarán hasta julio, que es cuando comienza su temporada.
A mi parecer, mejor que mejor, porque el ver la montaña atada por todas partes, no da la sensación de alpinismo y es la mejor manera de buscar las castañas y currarse más la ascensión.
Algunos de nuestros compañeros, pasaron algún que otro mal rato, y lo solucionamos con un pequeño cordino que llevábamos de 30m.
A eso de las 18.00h llegamos a la famosa placa inferior Moseley, qué ganas de conocerla, de aferrarnos a ella.
No tenía más problema que quizás los dos o tres primeros metros en los que encontrar un agarre se hace difícil, por lo labada que se encuentra la roca, el resto sin problemas ya que hay seguros intermedios. Ésta placa debe medir unos 15m que dan paso "por fin" a la Cabaña Solvay y por tanto a los 4.000m de altitud. Imaginaros el espectáculo que contemplamos desde aquí, Im-pre-sio-nan-te.
Un pequeño refugio de urgencia, de unos 3 m2 que dan la vida a todo el que se aproxima. Equipado con una litera doble, una mesa con un banco y muchas mantas, ¡ah! y lo mejor, con baño y todo, sí, un baño con desagüe a la cara norte del Cervino, menos mal que no es la ruta normal, jeje.
Dejó de nevar, cuando llegamos arriba y nos permitió disfrutar de un buen rato de descanso.
El resto os lo podéis imaginar, derretir agua, deshacer mochilas, preparar sacos y sobre todo, abrigarse y disfrutar de los momentos.
La meteo que recibíamos, no era muy buena y avisaba que la próxima jornada iba a ser mala. Mucho viento, muchas nubes y quizás nieves. Así fue y por eso la siguiente jornada nos la tomamos de descanso, disfrutando sin hacer "nada", de vez en cuando viene bien.
Solo podíamos hacer una cosa, mirar hacia arriba y ver lo que nos faltaba. 448m de auténtica verticalidad, al filo de la arista y quizás arriba ¿maromas?
Las noches no fueron muy buenas. Los sentidos seguían en alerta y lo poco que dormimos, fue pensando en lo que nos faltaba, en el qué hacer y cómo hacerlo. El miedo, la inseguridad, ... , el terror a lo que pudiera ocurrir, hacía que no estuviéramos agusto del todo, pero, esa es otra crónica.

Continuará ...

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