La escapadita veraniega

Qué queréis, que os de envidia, pues así es. Llega el momento, las merecidas vacaciones, el descanso, el relax, la tranquilidad, la paz, el sosiego, ... pufff, si sigo me quedo dormido.

Balneario de Panticosa, lugar de relax para los ricos ricachones de los años de maricastaña. Sí debían vivir como reyes y claro era todo un lujo acercarse por esos lares. Imagino q a la montaña sí que dejarían, o quizás no había ese movimiento tan impresionante de acercarse a éstos sitios como lo es ahora.
Claro es, que los tiempos (por suerte) han cambiado, y lo hacen día a día a marchas agigantadas.
Eh aquí el vivo ejemplo. Ahora los balnearios están tan de moda, que ni llaman la atención, los tenemos por todas partes, bueno, creo que aquí es donde la mayoría se confunde y cree que lo que tiene a la puerta de casa (famosos spas) son lo mismo que los centros de aguas termales.
Ni que decir tiene, que para nada son lo mismo y no entremos en detalles.

A lo que íbamos, que sino me enrollo y pierdo el hilo del asunto. Panticosa es un lugar privilegiado, sí conocido por éste tremendo complejo, que unos años ha dejado de ser un lugar de paso y de historia para convertirse en un mega complejo hotelero, explotado por la empresa privada, y por tanto, lo echarán a perder seguro, porque tendrán más en cuenta a los hospedados que a los montañeros. Absorverán todos los recursos de la zona, seguro. Prohibirán el paso, seguro. Cobrarán por respirar, seguro.

Creo que me cambio de vacaciones y aunque pasando por la puerta, nos dirigiremos a la parte superior del complejo y le daremos con la barbilla, por no dar en los morros.

Que no, que no quiero, esas vacaciones. Vamos a patear por una zona preciosa, increíble, solitaria y sobre todo, muy pirenaica. La Cresta de los infiernos.
Ayer me decía Javi, si eso seguro que vamos, ya pero no. Vamos a adentrarnos en nuestro mundo, donde más agusto nos encontramos, y si el tiempo lo permite y las autoridades no lo impiden, saludaremos al mundo desde la cumbre.

Hablando de autoridades y de la parafernalia taurina, no voy a dejar de mencionar lo que nos toca vivir en éste momento. Las fiestas, el verano, la familia, y todo lo que arrastra ésto.

Terminamos con unas, y empezamos otras, aunque con éste lapsus montañero de por medio.
Ni mejores ni peores. Creo que las fiestas de cualquier pueblo, son como un mero trámite que hay que pasar, los de fuera, y algo que siente muy en la sangre y que lo viven con mucha pasión, los de dentro.
Eso si, según lo veo yo, creo que es una repetición cíclica año tras año. Las mismas personas, en los mismos lugares, con la misma ropa, con los mismos modales, con el mismo genio, ... y es que cuando te acoplas a los de tu edad, no pasa el tiempo. Por otro lado ves a los hijos, sobris, que nos sorprenden con sus sentimientos, y es ahí donde, sí que pasa la edad.
Por cierto, hoy he encontrado algo raro en mi cabeza. Una cana más. ¡AAAAHHHHH!

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